Ese día los nubarrones negros cubrieron la ciudad de punta a punta. Los relámpagos iluminaban el cielo. A lo lejos se escuchaban los estruendos de los truenos. Cientos de libros comenzaron a salir desde el edificio de la Biblioteca Nacional.
Fueron convocando a otros textos que se sumaron desde cada una de las casas de la ciudad. Rompían los vidrios o esperaban un descuido para salir volando. Miles se fueron reuniendo sobre las copas de los árboles, desafiando la tormenta. Llevaban sus hojas empapadas y las tapas las hacían planear bajo las nubes negras. Y partieron con rumbo norte.
Se alejaron por el río marrón, que ese día era gris, como el cielo. Se perdieron dentro de las nubes, justo después de un relámpago atroz. Las bibliotecas quedaron vacías, esperando que algún día vuelva la luz y regresen sus libros.
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