“Tenés que tener celular, no puede ser”, repiqueteaba en la cabeza cada vez que se desencontraba con sus amigos o su novia. Varias veces le había pasado de tener que buscar frenéticamente un teléfono público decente, frente a la simple falla del timbre de una casa. Para qué lo voy a arreglar, si total todos tienen móvil, le decían todos.
Una noche fría, su amigo no le abrió la puerta, pese a los gritos que despertaron a todos los vecinos. Caminó un par de cuadras soplando humo, como si estuviera fumando. Llegó al público, se apoyó el tubo en la oreja. Un líquido pegajoso comenzó a recorrerle el lóbulo. Lo miró y era verde y consistente como una aguaviva. Ese día decidió ingresar mansamente a la manada de hombres y mujeres que cada 15 minutos miran la pantalla de su celular como si estuvieran por recibir la llamada de su vida.
lunes, 23 de marzo de 2009
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1 comentario:
¿Para qué? Si todos tienen un Blog con comentarios?
Menos mal que volviste
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