jueves, 31 de julio de 2008

La lejana patria de la felicidad

El mar me llega por la nariz y los ojos, siempre
Las valijas de mi casa tienen el olor del mar
Las ojotas, como caracoles, tienen el sabor del mar
La malla huele a esa humedad hermosa también

Hace poco descubrí que no puedo estar sin ver el mar
Desde chico siempre fui feliz en sus orillas
Como cuando armaba castillos
O corría en mi fórmula uno de plástico

Años después conocí a mi amor en la orilla del mar
Era medio china y con el pelo mal cortado apropósito
Después le canté Spinetta y nunca más se fue
El mar me llegó hasta el corazón, siempre.

1 comentario:

cintia dijo...

Un amor (que hoy trato que no se me escurra entre los delgados hilos de mi memoria) que no conocí en el mar; me cantó Spinetta y prometió volver par juntos mirar el mar.
Tus poemas son tan hermosamente cotidianos para mí...