A los 4 años yo vivía con mi vieja, mi tía, mi abuela y mi abuelo. La dictadura generó las primeras familias disfuncionales de este país. Iba al jardín de una escuela pública y mi abuela me despertaba cantando (levántese contento, contento...Levántese contento que el día ya empezó).
Me sentaba en la mesa de la cocina y me tomaba mi vaso de leche con Nesquik (no es chivo). Mi abuela me gritaba campeón, mientras me levantaba el brazo como a un boxeador. Y "Campeón" era la palabra que estaba escrita en una enorme bandera argentina colgada de la pared amarilla de la cocina de la casa de Floresta. Me alegraba, Pensaba que ese "campeón" sobre la tela era por mi adicción a tomarme el vaso de leche de un saque.
Mi vieja me llevaba al jardín. Caminábamos por Mercedes, el pasaje Haití, Gualeguaychú, Juan B. Justo, Sanabria y Gaona. no se crean que eran muchas cuadras, era puro zig zag.
Yo iba con mi delantal a cuadros azul y blanco y mi vieja con un vestido celeste. A nuestro paso, todos los balcones embanderados con los mismos colores y con la palabra campeón. Mi abuela era regrossa, pensaba, había decorado todo el barrio para en mi honor.
Después vi al abuelo y a un tío gritar goles como desaforados frente al Tonomac blanco y negro. Les juró que me asusté de verdad. Nos subimos al Valiant blanco con la bandera que mi abuela Taca había hecho para mí y salimos a los bocinazos por Mercedes. Vi miles de personas en las calles al grito de dale campeón. Pero esos vítores ya no eran para mis fondos blancos lácteos.
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1 comentario:
La verdad me hiciste remontar 30 años atras, cuando mi viejo me saco a festejar por la calle Corriente con gamulan y la banderita de Argentina en la mano que todavia la tengo guardada.
Muy lindo relato.
El Flakis
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